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La Frazada del Abuelo de Carlos Ramón Fernández

LA FRAZADA DEL ABUELO. Viajando para Entre Ríos, de esto ya hace muchos años, Me contaron una historia que jamás pude olvidar. Que da vueltas por mi mente, que me tiene preocupado y ojalá que en estos versos, yo se los pueda contar. Me hablaron de un hombre bueno, de un señor adinerado, Empresario de alto rango y de mucha honestidad, que vivía en campo privado en casa de varios pisos y se codeaba con gente de la alta sociedad. Tenía un hijo pequeño, que era de nombre Alfredito Una mujer linda y buena, muy coqueta y muy cordial, Vivía con él su padre, del cual él había heredado, Buen nombre, buen apellido y parte del capital. Todo era páz y armonía, un ejemplo de familia Y hasta los mismos vecinos los solían envidiar, Y en el parque de la casa se veía habitualmente Al abuelo con el nieto, solo jugar y jugar. Pero el tiempo que no para, y que muestra a las personas mostraron que el hombre bueno cambio el modo de pensar, Y en la mesa

La Tristeza del Éxodo de Juan Bautista Jaramillo Meza

LA TRISTEZA DEL ÉXODO. Un golpe dio en mi puerta la mano de un viajero. --Prosigue, peregrino, que es amplia mi mansión. Yo tengo pan y lumbres y pieles de cordero Para los caminantes que en árido sendero Soportan la ventisca del frío Septentrión. Y penetró el viajero. Sobre su sien tostada Por soles de extranjera canícula bravía, Adiviné su historia, la historia desolada De los atormentados que en lívida bandada Van por el negro túnel de la melancolía. --Hermano pensativo, lloroso visionario que ante mi umbral detienes tu peregrinación, ¿Quién eres y qué buscas en viaje funerario? ¿Vas al jardín pomposo o al yermo solitario? ¿Acaso peregrinas buscando un corazón? ¿Por qué ese traje negro con que tu carne vistes? ¿No llevas algún rumbo sobre el oscuro mar? ¿Por qué tienes los ojos tan hondamente tristes? ¿Que yugo de martirios innúmeros resistes? ¿Hendieron tu coraza las flechas del pesar? y respondió el viajero: ni esclavo

La Casa de los Abuelos de Jorge Robledo Ortiz

LA CASA DE LOS ABUELOS. Fatigado viajero: no sigas tu camino  Sin antes ver las sombras que habitan esta casa. Aquí duermen los hitos que alzaron el destino Y escribieron la historia vertical de una raza.  Entra, buen caminante. Te presento al abuelo. Se murió de hidalguía al pie de su palabra. Cuando cerró los ojos, comprendimos que el viejo Tenía en sus cenizas los reflejos de un hacha.  Noventa años de lucha detuvieron su sangre A la orilla rebelde de su bíblica barba. Quienes le conocieron, juran que ya en la tarde El abuelo era un bronce debajo de una ruana.  Fue joven cuando Antioquía despertaba en las cumbres A golpes de zurriago el himno de una casta. En vez de cumplir años, él cumplía virtudes Y al morir, era un monte de Bienaventuranzas.  Trabajó simplemente. Su hoja de servicios Tenía mas estrellas que una noche del Cauca. Cuando le apuntó el bozo, le apuntó en el camino Mirando a Dios de frente y arreglando las car

Los motivos del lobo de Rubén Darío

LOS MOTIVOS DEL LOBO. El varón que tiene corazón de lis, Alma de querube, lengua celestial, El mínimo y dulce Francisco de Asís, Está con un rudo y torvo animal, Bestia temerosa, de sangre y de robo, Las fauces de furia, los ojos de mal; El lobo de Gubia, el terrible lobo, Rabioso a asolado los alrededores, Cruel ha deshecho todos los rebaños; Devoró corderos, devoró pastores, Y son incontables sus muertes y daños. Fuertes cazadores armados de hierros Fueron destrozados. Los duros colmillos Dieron cuenta de los más bravos perros, Como de cabritos y de corderillos. Francisco salió: Al lobo buscó en su madriguera. Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, Que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco con su dulce voz, Alzando la mano al lobo furioso dijo: ¡paz, hermano lobo! El animal contempló al varón de tosco sayal; Dejó su aire arisco, Cerró las abiertas fauces agresivas y dijo: ¡está bien hermano Francisco! ¡como! Exclamó el Santo. ¿es ley que tu vivas de horror y